| Nota de contenido |
Este libro muestra que valores universalmente aceptados como la paz, la humildad, el coraje, la justicia, la libertad, el altruismo, la coherencia, la responsabilidad, la bondad o la amistad entre otros, no son meras teorías o ideas brillantes, propias de los libros de texto, sino motivaciones que han encarnado en sus vidas grandes hombres y mujeres de nuestra historia. Así pues, Gandhi está irremediablemente unido a la consecución de la paz, y Churchill es un ejemplo de coraje ante reveses de la vida. San Francisco de Asís está asociado a la bondad, Elias Canetti a la tolerancia, Bruckner a la humildad o Alejandro Magno al liderazgo. Cuarenta y un hombres y mujeres de todas las épocas nos enseñan en este libro, a través del ejemplo de sus vidas, cómo vivir otros tantos valores, imprescindibles sin duda para ser felices en este mundo. San Agustín, o la amistad Alejandro Magno, o el liderazgo Balduino de Bélgica, o la oración Simón Bolívar, o la paciencia Jorge Luis Borges, o la virtud Anton Bruckner, o la humildad Elias Canetti, o la tolerancia Carlos Estuardo, o el encanto Carlos V, o la generosidad Winston Spencer Churchill, o el coraje Enrique V, o la generosidad John Ford, o la creatividad Piero della Francesca, o la libertad San Francisco de Asís, o la bondad Francisco José de Austria, o la laboriosidad Mahatma Gandhi, o la paz Charles de Gaulle, o la lealtad Johann Wolfgang von Goethe, o la mesura Georg Wilhelm Friedrich Hegel, o el orden Juan Pablo II, o la fe Robert Francis Kennedy, o la esperanza Leonor de Aquitania, o la autenticidad Abraham Lincoln, o la austeridad Luis II de Baviera, o la cortesía Martin Luther King, o la justicia San Maximiliano Kolbe, o la solidaridad San Pablo, o la pasión Marcel Proust, o la sensibilidad Los Reyes Católicos, o el ánimo Diego Rivera, o el altruismo Franz Schubert, o la gratitud Robert Schuman, o la responsabilidad Sissi, o la voluntad Teresa de Calcuta, o la entrega Santa Teresa de Jesús, o la aceptación Gene Tierney, o la belleza Santo Tomás Moro, o la coherencia Spencer Tracy, o la ecuanimidad Giuseppe Verdi, o la vitalidad Vermeer de Delft, o la serenidad Luchino Visconti, o el respeto |
